- No lo veo justo -dijo ella, molesta. -
Tú me regalas una rosa de tres euros y yo a ti un libro de quince. Además, un
libro es siempre mejor, lo aprovechas más.
- Ya, pero es la tradición, ¿no? -respondió él- Vamos, que no lo he decidido yo…
- Pues como nosotros nos regalamos lo que queremos, me compras un libro y ya está.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- ¿Sin rosa?
- Que sí, pesado.
Así que el chico fue a una de las múltiples librerías de Barcelona y dedicó parte de la tarde a elegir un libro con el que ella se sintiera identificada. Nada de best-sellers ni títulos manidos de esta época. Buscó páginas que hablaran de ella. De ellos. Nervioso por dudar si había comprado el adecuado, se presentó en su casa a la hora de cenar un día antes de Sant Jordi. Libro en mano.
- Espero que te guste, cariño.
Tras desenvolverlo con prisas, su cara de sorpresa fue muestra más que suficiente del acierto del regalo. Orgulloso por haberla hecho feliz con aquel detalle, el chico no prestó atención a la expresión de tristeza -con teatrales gestos de cría- que ella estaba poniendo. Un codazo en el costado le hizo percatarse del asunto.
- ¿Qué te pasa? ¿No te gusta el libro?
- Sí, el libro es muy chulo…
- ¿Entonces?
- Pues que… Todas las chicas tienen rosas en Sant Jordi menos yo…
Bajando la cremallera de su chaqueta, el chico miró indeciso a ambos lados de la calle. Y dijo. - A ver dónde encuentro yo rosas a las diez de la noche.
La chica le miro tímidamente entristecida, él la miro de nuevo fijamente a los ojos y saco del interior de su chaqueta una Rosa Blanca.
La chica sorprendida le dio un beso, y sonriendo le pregunto:
- ¿por qué mi rosa es blanca?
El chico le contestó:
- Tu rosa cariño es una rosa de York y representa la inocencia y la felicidad que siento cuando estoy contigo.
La chica le cogió de la mano, sonrió, tan solo sonrió y le dio un beso.
Feliz San Jordi para tod@s.
- Ya, pero es la tradición, ¿no? -respondió él- Vamos, que no lo he decidido yo…
- Pues como nosotros nos regalamos lo que queremos, me compras un libro y ya está.
- ¿Seguro?
- Seguro.
- ¿Sin rosa?
- Que sí, pesado.
Así que el chico fue a una de las múltiples librerías de Barcelona y dedicó parte de la tarde a elegir un libro con el que ella se sintiera identificada. Nada de best-sellers ni títulos manidos de esta época. Buscó páginas que hablaran de ella. De ellos. Nervioso por dudar si había comprado el adecuado, se presentó en su casa a la hora de cenar un día antes de Sant Jordi. Libro en mano.
- Espero que te guste, cariño.
Tras desenvolverlo con prisas, su cara de sorpresa fue muestra más que suficiente del acierto del regalo. Orgulloso por haberla hecho feliz con aquel detalle, el chico no prestó atención a la expresión de tristeza -con teatrales gestos de cría- que ella estaba poniendo. Un codazo en el costado le hizo percatarse del asunto.
- ¿Qué te pasa? ¿No te gusta el libro?
- Sí, el libro es muy chulo…
- ¿Entonces?
- Pues que… Todas las chicas tienen rosas en Sant Jordi menos yo…
Bajando la cremallera de su chaqueta, el chico miró indeciso a ambos lados de la calle. Y dijo. - A ver dónde encuentro yo rosas a las diez de la noche.
La chica le miro tímidamente entristecida, él la miro de nuevo fijamente a los ojos y saco del interior de su chaqueta una Rosa Blanca.
La chica sorprendida le dio un beso, y sonriendo le pregunto:
- ¿por qué mi rosa es blanca?
El chico le contestó:
- Tu rosa cariño es una rosa de York y representa la inocencia y la felicidad que siento cuando estoy contigo.
La chica le cogió de la mano, sonrió, tan solo sonrió y le dio un beso.
Feliz San Jordi para tod@s.
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