Habitamos
un mundo enorme, con casi 7 mil millones de personas, muchas de ellas
interconectadas a través de internet, al igual que interconectadas están las
economías de sus países, las tendencias de consumo, los avances científicos y
los logros tecnológicos. Un mundo demasiado complicado como para tener datos
certeros y más aún si pensamos en la rapidez con la que se producen los
cambios.
Seguramente,
para predecir el futuro en este mundo de hoy, es mucho más útil tener buena
intuición, que un informe comercial de hace tres años.
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El
Profesor Gerd Gigerenzer, psicólogo del Instituto Max Planck para el Desarrollo
Humano de Berlín, es experto en heurística y explica con un sencillo ejemplo
cómo, en ocasiones, más información no lleva a mejores decisiones:
Imagina
que en concurso realizan la pregunta: ¿Qué ciudad tiene más habitantes, Detroit
o Milwaukee? En un experimento se hizo esta pregunta a ciudadanos
estadounidenses y hubo división de opiniones, de tal forma que solo el 60
por ciento se inclinó por Detroit (respuesta correcta). Después se hizo esta
misma prueba con alemanes, que obviamente sabían menos sobre EE UU pero pese al
mayor desconocimiento (o quizá gracias a él), el 90 por ciento de los alemanes
contesto correctamente. En este caso se aplica una regla general muy sencilla,
denominada heurística de reconocimiento: escoge lo que conozcas (a los alemanes
solo les sonaba Detroit y no habían oído sobre Milwaukee). Fenómenos similares
se dan en las previsiones sobre campeonatos de fútbol, donde las apuestas y
predicciones de los que menos saben de fútbol, sistemáticamente son igual de
buenas que las de los expertos, y a veces mejores. Los no expertos disponen de
conocimiento parcial y, por tanto, pueden basarse en reglas generales,
sencillas y poderosas.
La
intuición es muchas veces una buena consejera y la ciencia que más se aproxima
a explicar la intuición es la heurística. La heurística es la técnica o
procedimiento práctico para resolver problemas. Es el estudio del conjunto de
caminos que llevan a los descubrimientos o a la resolución de cuestiones
mediante la creatividad y de cómo elegimos unos caminos u otros. Según el
matemático George Pólya, la base de la heurística está en la experiencia de
resolver problemas y en ver cómo otros lo hacen. Podemos decir que hay
búsquedas ciegas, búsquedas heurísticas y búsquedas racionales.
Es
importante considerar el pensamiento heurístico y su relación con la
percepción, la intuición y el pensamiento no racional. Es evidente que ante el
lanzamiento de un proyecto o la creación de una nueva empresa, no queremos ir
totalmente a ciegas pero tampoco podemos pretender tener todos los datos
necesarios para realizar una decisión totalmente racional.
No
todos los contextos son iguales. Hace ya más de 15 años que la supercomputadora
Deep Blue de IBM consiguió derrotar al campeón del mundo de ajedrez, Kaspárov,
en un encuentro a seis partidas, sin embargo no se ha dado el mismo avance de
la inteligencia artificial en el póquer. Las computadoras parten con ventaja en
el ajedrez, al ser capaces de realizar un gran número de cálculos estrictamente
lógicos sin errores, pero tienen poca o ninguna comprensión de los factores que
afectan al juego del póquer, tales como la psicología humana y la gestión de
información imperfecta. La mayoría de los negocios se parece más al póquer que
al ajedrez, y por tanto la intuición cobra más peso frente a la racionalidad
pura.
Un
gran número de las decisiones que tomamos en la vida no son analizadas y
resueltas de forma racional. Podemos ser seguidores del peor equipo de fútbol
del campeonato. Votamos a un candidato o partido por convicciones más allá de
análisis de los programas políticos. Elegimos buena parte de nuestro consumo
llevados por ciertos gustos casi instintivos. Nos enamoramos por pasión, a
veces de forma inexplicable e incluso contraria a nuestros intereses
racionales.
Cuando
buscamos estacionamiento en la calle, no salimos con una cinta métrica y
comparamos la longitud de nuestro vehículo con el hueco libre que hemos
encontrado. Nuestro cerebro infiere el espacio disponible y toma la decisión de
si podemos aparcar o no. En la medida en la que un conductor es más
experimentado, el porcentaje de acierto sobre si el coche cabe o no se acercará
al 100 por ciento.
En
los negocios pasa igual. No podemos pretender tener toda la información,
cuantificada, exacta y reflejada en un informe. Nunca la vamos a tener
completa, menos si se refiere al futuro, todavía menos en un entorno tan
interconectado y cambiante. Necesitamos otros mecanismos.
Algunos
lo llamarán intuición, otros un buen criterio, la clave es el reconocimiento de
patrones, saber identificar el camino que llevan las cosas y hacia donde es
probable que vaya ese camino. La fórmula para entrenar y mejorar la intuición
es ser capaz de tomar decisiones incluso con riesgo y afrontar las
consecuencias. La frustración y la rabia que generan los fracasos, nos enseñan
sobre los caminos equivocados y generan marcadores que nos ayudan a tomar mejores
decisiones en el futuro. También la observación y el buen juicio ayudan.
¿Es
necesario tener información? Sí pero sobre todo hay que actuar, nunca llegar a
la parálisis por el análisis. John Lassiter, director creativo de Pixar, es muy
consciente de que cada película lleva 4 años de trabajo y que el producto
final es resultado de muchas fases de trabajo, dependientes cada una de la
anterior. En los procesos creativos se cometen errores, se toman caminos
equivocados o aparecen mejoras claras que se pueden aplicar sobre lo anterior,
lo que Lassiter dice es “be wrong as fast as you can!” (Equivócate lo antes
posible). Equivocarse lo más rápido posible es la mejor forma de pasar a la
siguiente opción sin mayor costo de tiempo, esfuerzo y dinero.
La
lección de Lassiter se puede trasladar a muchos ámbitos de la innovación y la
creación de negocios. A menos que estemos ante un costo asociado al fracaso que
no se pueda asumir, es mejor equivocarse cuanto antes que estar dando vueltas
sobre si una idea se pone en marcha o no. En un mundo tan rápido como el de
hoy, hay que tener muy en cuenta el costo de oportunidad de no hacer nada por
estar esperando más datos.
Las
ideas de negocio no valen nada si no se ponen en marcha así que, ante la falta
de información perfecta, confiemos más en la intuición y seamos rápidos (aunque
sea para equivocarnos).
Fuente: newsweek.mx
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