@JAVIERARAGON - JAVIER ARAGÓN, EL SÁBADO, 22 DE OCTUBRE DE 2011
Ponernos del lado de
aquello que nos estimula, enriquece y nos hace sentirnos felices, implica
averiguar qué es lo que despierta nuestra pasión y energías, y potenciar todos
nuestros talentos. Para millones de personas, la palabra 'trabajo' sigue siendo
sinónimo de obligación, monotonía, cansancio, aburrimiento y estrés; es una
simple cuestión de supervivencia económica.
"Otra vez es lunes.
El fin de semana se me ha pasado volando y apenas lo he disfrutado. Cuando
suena el despertador a primera hora del primer día de la semana, siento ganas
de arrojarlo contra la pared, taparme la cabeza con la almohada para no
escuchar ni ver nada y seguir durmiendo", señaló hace un tiempo Luis F.,
un joven empleado de la banca que no se halla especialmente feliz con su trabajo.
A principios de año leí
en el blog “Vivir sin Jefe” de Fernando Giner en las provincias.com algo que desato en
mi la curiosidad de plantearme ciertas preguntas durante los meses siguientes,
esto es lo que leí.
“Tengo una pasión: Hacer
cosas que me gustan con gente que me gusta. Tal vez esa sea la auténtica
libertad. Siempre he pensado que la felicidad no es un destino, es un camino y
es el camino de la vida. Cada vez pasan más deprisa las semanas y cuando me he dado cuenta ya estamos
cerca de no sé qué festivo. Siento que la vida cada vez me va más deprisa
y en ese devenir, me estoy perdiendo algo. Y quiero evitarlo… “
Días después escribí “Hoy es un
nuevo día. Pensamientos al amanecer ¡!” Y esos pensamientos me ayudaron a reforzarme a mí
mismo de alguna forma inconsciente.
A veces, en el momento justo, llega a
nosotros la frase que precisamos. La leemos en un libro, la escuchamos en una
canción, o se nos enciende la lamparita mientras vemos una película. En
este caso la leí en el blog de un coach americano.
“I urge you to do
whatever it takes to get yourself in a position where you love what you do,
where you care about what you do, where you want to inspire others, build great
things, do great deeds.” Shelly Lazarus (CEO de
Ogilvy & Mather Worldwide) (Traducción libre) “Te insto a que
hagas lo que sea necesario para estar en una posición donde ames lo que hagas,
donde te preocupe lo que haces, donde quieras inspirar a otros, construir
grandes cosas, hacer grandes hazañas.”
Trabajar en algo y hacer lo que me gusta
al mismo tiempo es el mayor sueño que podía haber cumplido, la autoconfianza
que renace cada día inconscientemente me recrea en un ir y venir de nuevos
retos. Porque cuando uno sabe que todo lo que hizo desde un día en aquel otoño
ha merecido la pena, saber que el camino elegido duro y con largos altibajos al
fin y al cabo sigue su cauce.
Hace cinco años no trabajaba en algo que
considerara parte de mis sueños, trabajaba para un grupo de restauración, en el
empeñaba funciones de formación. Mientras trabaje allí no cumplía parte de mis
deseos o sueños por cumplir, pero si me curtía para emprender por ellos. Hacer
lo que te gusta es el resultado y proviene porque hayas disfrutado y peleado
todo lo que antes has hecho.
Merece la pena trabajar en algo que te
haga tan feliz como si estuvieses de vacaciones permanentemente. ¡Hacer lo que
te gusta!
Y así, sigue el cauce y el camino
empezado, un camino en el que yo mismo me reinvento entre comillas cada día, con
pensamientos al amanecer descubrí que
toda reflexión tiene una paradoja en su mismísima esencia.
Eso mismo puede pasar con la vida. Una de esas instancias es
“hacer por hacer”. ¿Cuántas veces en la vida hemos terminado haciendo algo para
no molestar, para no ofender, para quedar bien con la familia o los amigos? No
me refiero a cosas simples que no tengan mayor trascendencia como acompañar a
tu mujer, hija o amiga a la feria a pesar de que no te apetezca no, eso es
transitorio, pasajero y desde cierta perspectiva digamos que justo. Pero mi
reflexión va por el lado de aquello en lo que creemos firmemente, en las
convicciones internas que nos mueven y nos permiten ser lo que somos, que nos
permiten sentirnos orgullosos del lugar que ocupamos en este planeta.
Hace pocos días tuve que tomar una de esas decisiones. Me
ofrecieron ser algo que a cualquier persona hubiera llenado de orgullo. De
hecho, sólo que me lo propusieran me alegró, pero esa aceptación pasaba por hacer
la vista gorda a un principio que ya no comparto. Negarse era difícil para mí
porque pensaba en que la otra parte podría sentirse muy ofendida con mi
resolución si es que no la lograba entender del todo, sin embargo, empujado por
el ímpetu que da la certeza de hacer lo correcto, lo sincero, lo que me permite
seguir mirando de frente, le manifesté mis puntos de vista y mi objeción de
conciencia.
Afortunadamente, ellos entendieron y valoraron mi sincera
abdicación. Pero esto no siempre termina así. No es fácil, en un mundo que vive
de las apariencias amables y del gesto vacío, tener siempre la fortaleza de las
convicciones para decir NO, yo no creo en eso por lo que no acepto. Es
tremendamente difícil, sobre todo en sociedades tradicionales, donde lo que parece
ser distinto asusta porque no lo entendemos o no nos interesa entender. Y yo, soy
más de la postura del ¿Y por qué no?
En otras entradas del blog ya he hablado de “estar
despierto”. Ese principio representa este afán de ser honesto y sincero con uno
mismo, hacer aquello en lo que de verdad crees y no lo que la mayoría te hizo
creer. Implica, por cierto, respetar a los que piensan en dimensiones distintas
para poder valorar lo que eres.
Tú, ¿te atreves a decir que no?
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