Más de uno no había terminado aún de recoger su saco de dormir y quitarse la legaña después del grito mudo que aglutinó anoche a miles de personas, pero en la Puerta del Sol ya había ansias de debatir, meditar, razonar y hasta recapacitar en la jornada de reflexión. La plaza se ha convertido este sábado en un gran ágora en el que "el megáfono es de todos" y donde desde primera hora de la mañana se acercan adolescentes, octogenarios, funcionarios o ciudadanos en paro -"que no parados"- para reflexionar juntos un día antes de la jornada electoral del 22-M.
En un ambiente festivo, los portavoces del movimiento 15-M insisten: "Pedimos que no se caiga en alusiones políticas para no dejar resquicios a un eventual desalojo", en este día de 'silencio político' en el que los organizadores no convocarán ningún acto a las 20.00 horas como otros días, aunque están abiertos a "recibir a visitantes para reflexionar juntos".
"Pensé en irme al campo. Luego, consideré meterme en una cueva. Pero al final he creído que lo mejor para reflexionar era hacerlo aquí con todos vosotros". Es Juan, un obrero que visita por primera vez la acampada en Sol y que no ha dudado en subirse a la fuente que hace de estrado frente a la Casa de Correos para compartir con las decenas de personas que se agolpan su 'caso'.
Porque Sol es una amalgama de casos, un puzzle de una sociedad heterogénea, donde hay desempleados, gente soñadora, gente con dinero, gente desilusionada, gente emprendedora, universitarios que no ven un futuro claro, gente solidaria.
"Lo hemos reflexionado: la calle es nuestra"
Son los veteranos los que con más ímpetu han hecho esta mañana uso de la palabra. Federico, que peina canas y ya hace unos años cumplió los 80, se sube con brío al 'estrado'. "Estamos en época de relexión, nosotros ya lo tenemos reflexionado. Ahora que reflexionen ellos porque esto -apuntando a la calle- es nuestros", grita con decisión entre aplausos.
Con 61 años se ha quedado Isabel en la calle, "ahora que alargan la jubilación hasta los 67". "Me despidieron porque dicen que a mi edad no valgo parar nada". Hoy tenía ganas de contarlo, y lo ha hecho en Sol.
Acaba de cumplir los 18 y Diego, que aún lleva la mochila y la esterilla tras haber pasado la noche al raso, frunce el ceño al escuchar a Isamel. "Tengo 32 años, hasta hace uno he vivido una situación antinatural. Mis padres me mantenían", dice algo emocionado a la muchedumbre.
Ante los tirones de orejas, el público escucha con respeto y ganas, aunque el parlamentario no sea de 'tu perfil'. "Soy un privilegiado, soy funcionario, tengo dinero, tengo una casa digna, tengo tiempo para hacer actividades que me llenan. Pero creo que no podemos quedarnos sentados esperando que nos den un piso, un trabajo... Tenemos que poner iniciativas sobre la mesa y creatividad". Cerrado aplauso al caballero con gafas de sol, que baja torpemente otra vez hasta la base.
Una microciudad con escenas caseras
Y en este espíritu de reflexión, se habla también de cifras. Santiago, un portavoz de la Comisión de Comunicación, sostiene que la organización cifra en unas 50.000 personas el pico máximo de gente que acudió ayer a la llamada del movimiento 15-M, entre las 23.00 horas y las 01.00 horas.
"Parece mentira que los políticos tengan tantos asesores y no hayan contado con sociólogos que les hayan avisado de que esto podía explotar en cualquier momento", sostiene Santiago, quien defiende que el movimiento 15-M ha demostrado que puede "poner en marcha una microciudad, con 'departamentos' a modo de Consejerías de infraestructura, alimentación, asesoría legal..."
Adentrarse en la "microciudad" permite ver escenas propias de la intimidad de una casa. Un desayuno masivo con galletas y tazones de leche, escobas en busca de colillas, un masaje matutino y más de un despistado que mira con asombro la privacidad de una 'vivienda ajena'. Los hay que leen periódicos y hacen sus recortes para la consiguiente revista de prensa que en minutos cuelgan en uno de los plásticos de la 'haima', frente a la comisión de Respeto. Desde ahí insisten en no caer en dar razones a las autoridades para que el movimiento 15-M sea visto como un macrobotellón.
"La comisión de alimentación necesita un cuchillo para cortar jamón", trona un altavoz. "¿Han traído un jamón?", rompe espontáneamente a aplaudir un ciudadano. Al poco se acerca una mujer de unos 40 años con una libreta. "¿Dónde tenéis hoy la lista de las cosas que neceistáis?", dice risueña. "Hoy la prioridad es crema solar, gorras, agua y comida", le contesta resuelta una joven. En Sol, el sol pega con fuerza.
Y avanza la mañana y se repite una constante en la estructura del discurso de la gran mayoría de los que toman la palabra: "Que nadie piense por nosotros". Y en eso está ahora sol, pensando, pensando, en una jornada de verdadera reflexión.
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