@javieraragon En los días que corren parece preocupar más a todo un país el resultado de un partido que los problemas del mismo, tanta devoción! ¿y para qué? acaso nuestra vida depende de un partido, acaso la alegría de todo un año depende de este partido.
Cuando uno tiene tiempo de reflexionar desde la tranquilidad, afloran miles de sentimientos encontrados que hay que poner en orden, llevo reflexionando gran parte de la mañana sombre la importancia del fútbol.
Hace unos años, tuve la suerte de conocer y pertenecer a uno de los grandes clubes de este país, afín sin lugar a dudas a mis ideas y principios, rincón encontrado para mi desahogo en la lucha por mi libertad, ¿por la libertad.? El "viaje" fue maravilloso, todos no nos conocíamos, pero daba igual, todos teníamos muchas cosas en común y eso te hace crear lazos enseguida. En el autocar recuerdo como se palpaba el nerviosismo por la reacción que pudiera tener el equipo rival a nuestra llegada ¡bendita reacción! Se me empañan los ojos cada vez que recuerdo las varias ovaciones que nos ofrecieron mientras mostrábamos nuestras pancartas dentro del campo, y más aún la cerrada ovación al extraerlas una vez dentro. Ovación larga de hermandad, solidaridad. Y qué bien suena ese grito de“libertad” compartido con otra afición.
Pero, ¿libertad?
Para mi la libertad es la capacidad del ser humano de obrar o no obrar, de hacer una cosa o de hacer otra, va más allá del fútbol y de los colores de la bandera de un equipo; Somos capaces de aunar fuerzas y juntar a más de 50000 personas en un campo para gritar y disfrutar de un partido, pero casi incapaces para juntar 50000 personas en la calle para solicitar lo más importante nuestros derechos y libertades.
Libertad significa capacidad de darse cuenta de la realidad social, económica y política de un entorno determinado, y a partir de ahí tener capacidad para expresarse sobre un problema dado o para ejercer una determinada acción o una determinada postura.
Así que no eres libre si no tienes educación en valores, y no te das cuenta de la realidad del mundo y de su contexto geopolítico y social. Libertad no significa vender lo que quieras, comprar a mansalva unos bienes de consumo que te impone el entorno donde vives o donde trabajas.
La mayor parte del mundo occidental materialista no es libre, y sin embargo hacen creer que otras sociedades nos son libres, todo por medio de manipulación y demagogia. El poder económico no es libertad, la libertad es la cultura y el pensamiento racional.
En muchos países como el nuestro, el fútbol está inmerso en la cultura nacional y muchos aspectos de la vida giran en torno a él. Se publican diarios y revistas especializadas por y para el fútbol, hay programas de radio exclusivos, canales de televisión, etc. Se ha comprobado que el fútbol cambia los estados de ánimo e influye en amplios sectores de la población a nivel de regiones e incluso países. La victoria en un gran torneo trae felicidad a la comunidad local o al país. Inversamente, la derrota puede provocar tristeza en la población. Hay un auténtico síndrome de abstinencia de fútbol cuando acaba la temporada. Hasta se han establecido asociaciones entre la economía y la victoria en torneos importantes, pero la asistencia a los campos cada año desciende, las entradas aumentan de precio, esto que parece un contrasentido, aleja al aficionado del origen de la magia de este deporte, el campo de fútbol. Se puede excusar, como en el punto anterior, en la crisis, pero lo cierto es que la afición al deporte no ha descendido, las ventas de merchandising siguen siendo muy elevadas, los canales de pago baten record de usuarios, pero los campos se vacían. El porcentaje de importancia de los ingresos por abonos y entradas ha pasado a un segundo plano por detrás, precisamente, de las televisiones. Es el momento perfecto para cuidar al aficionado, puede ser una manera de reactivar estos ingresos y de generar más indirectamente, un aficionado ilusionado, que acude cada 15 días a su campo, es más probable que gaste su dinero gustoso en productos de merchandising y demás derivados. De cara al exterior, ver el campo lleno es un síntoma de salud, basta comparar los campos alemanes con los italianos para ver el estado de cada competición.
Mi reflexión es que si no nos movemos nosotros los aficionados, jamás se oirá nuestro clamor. Que debemos contar con nosotros mismos, unirnos como nunca, sin protagonismos personales, siendo simplemente una gran afición que ni se rinde ni se rendirá.
Y una cosa más, jamas entenderé porque lo llamamos un clásico si cada año el partido es diferente...
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