Tener un proyecto, ya sea como emprendedor o de manera personal puede ser tu mejor sueño o tu peor pesadilla.
La mayoría de los proyectos, a poco ambiciosos que sean, requieren de un tiempo para generar resultados. Es difícil estipular cuánto es ese tiempo, aunque existe el mito de los dos años para ver los resultados de un nuevo negocio. Puede ser una cifra orientativa, pero también es cierto que hay proyectos que a los pocos meses funcionan de maravilla y otros que encuentran su momento al cabo de muchos años, incluso después de haber pasado un tiempo en “el cajón”.
Lo peor muchas veces no es si llega o no ese triunfo, sino la falta de pistas para saber si estás yendo bien. Muchas veces tenemos la sensación de que sólo sembramos y no cosechamos ningún resultado o estos son tan débiles que apenas los tenemos en cuenta, que no causan ningún impacto claro. En ese momento nos podemos plantear que tal vez no valga la pena continuar ese camino. ¿Cuándo es pues el momento de abandonar? Os voy a poner un vídeo de la película Up in the air que encontré en Vimeo y me hizo pensar sobre este tema. Para ubicaros si no habéis visto la película, os comento que el personaje que interpreta George Clooney trabaja para una consultora que entre otras cosas se dedica a comunicar a la gente que van a ser despedidos y ofrecerles unos servicios de recolocación. En este fragmento acaba de comunicarle al señor que sale, que la empresa va a prescindir de sus servicios
El momento en que Clooney pregunta ¿cuánto le pagaron por renunciar a su sueño? es lo que en coaching se llama un “quiebre maestro“, esa pregunta que desmonta totalmente tu auto-engaño, que salta por encima de cualquier resistencia y que sólo te deja la opción de admitir como están las cosas en tu vida y la responsabilidad que tienes en ello. Es como si de repente te encontraras desnudo de todo ante ti mismo. Y cuidado, que estoy hablando de responsabilidad y no de culpa, que son dos conceptos muy diferentes.
Por eso, tengo que decir que el momento de abandonar dependerá de tus circunstancias personales (pero no te olvides de Quién te ata) y de cuánta importancia tenga ese proyecto, esa meta para ti, cuanto conecte de verdad con tu sueño. Y conectar con tu sueño es estar plenamente conectados con la visión interior, haber generado una misión y estar en ese camino. Y si esa conexión se ha producido, si has oído la llamada interior, no se abandona nunca. Se puede ajustar, postergar, cambiar el rumbo, adaptarte, hacerlo de otro modo….pero no se puede renunciar a la visión interior, a ese cambio que quieres ver en el mundo a través de ti. Pues eso que se expresa a través de ti eres tú mismo y por tanto, no puedes renunciar a eso sin perderte. Recuerda que el único viaje auténtico es hacia el interior de ti mismo.
El solo hecho de decidir lo que quieres hacer en la vida “acojona” tanto que nadie hace el ejercicio…o si lo hace, tiende a olvidar-lo pronto. La crisis no es buena, para nadie. El cambio puede que si para unos pocos. Los que están listos, preparados a ello.
Ahora bien, hay muy pocas personas que pueden aguantar 3 años sin apenas cobrar y formarte durante una proceso de transición profesional.
El precio a pagar es alto, pero ¿cual es el precio de ser infeliz el resto de tu vida?...
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