Siete
días dándonos guerra y esta vez no tan de puntillas, enviándonos rayos de sol, avisándonos
que se vuelve a cumplir el equinoccio de primavera. Este año, ha dejado a un
lado a ese niño tímido que asoma su pequeña nariz por la rendija de la puerta
donde hablan los adultos, y conquistando esta vez sí, el lugar que ocupa, ha vuelto. De
nuevo, ni el Corte Inglés nos ha avisado con la suficiente antelación.
Se van deshaciendo los
nudos del frío, los dedos comienzan a desentumecerse y silente, la luz atrapa
las espigas de los pinos que escondidas en las sombras escapan de su calor y
ríen en su juego porque saben que tarde o temprano las va a encontrar.
Las
esperanzas no se pierden, se desgastan, no malgastes tu tiempo en esta brillante estación. Veamos si esta primavera desentumece nuestros sentimientos que aunque
engañosos, son reales. Veamos si el calor de la mañana enciende nuestro corazón
y consigue que florezca. Veamos que nos depara esta primavera llena de
esperanza y color.
La
vida viene a nuestro encuentro en cada hoja que renace de la rama que parecía
agostada, en cada flor que se abre en colores, en cada gota de lluvia que recae
sobre nuestras cabezas, en cada paso que damos; la vida, sí, la vida misma,
sale a nuestro encuentro, para desafiar a la muerte, para echar un pulso a
nuestros problemas, a lo que nos hunde, a lo que nos roba la esperanza, a lo
que nos quita las ganas de reír, la vida sale a nuestro encuentro y se cruza en
nuestro camino, anda paralela a nuestros pasos, para recordarnos que está ahí,
en forma de brote, retoño y sol, en forma de luz que nos deslumbra cada día.
Ya
se ha olvidado la higuera del frío de sus ramas, cientos de brotes devuelven la
vida a este cadáver temporal. Acoge los rallos del Sol. Que el calor invada
todos los rincones, hoy vuelve la primavera.