Lunes, 24 de diciembre de 2012, son las 11:00 de la mañana. Con un café bien cargado me dispongo a felicitaros las fiestas en nombre de Antonio, el de los nuestros y el mío propio claro está. Parafraseando a grandes como Pablo Neruda "podría escribir los versos más bonitos está noche..." pero no quiero. Solo un apunte antes de comenzar. Ni os nombraré ni os etiquetaré, sois tantos y tan variados que solo escribiremos un 'gracias' por acompañarnos y un ¡nos vemos en el camino! porque como dice nuestra madre, "Hay 365 nochebuenas al año".
Y ahora si, más que "Canción de Navidad" de Charles Dickens me gusta el cuento de "La pequeña cerillera" de Hans Christian Andersen, esa niña que encendía sola fósforos en la calle para ver con claridad lo que soñaba. La luz que más allá de la vida nos salva.
Aquí estamos un día más, parece que el mundo tiene mucho que decir y no quiere terminar. El señor del tiempo piensa lo mismo y un año más decide que nos toca vivir la Navidad.
Claro que estas Navidades no serán iguales a las de años anteriores. Serán MEJORES que cualquier otra que hayamos vivido. Y ya sé que pude parecer contradictorio, pero no, no me he caído de la cama ni me he golpeado la cabeza… aunque lo pueda parecer...
Hoy hablaré de la Navidad, porque toca. Aunque no lo haré de manera superficial ni trataré de venderos una felicitación en la que no creo, porque sea el momento de hacerlo. Me apetece charlar un rato sobre un tema sincero que toca hoy, más que nunca, a tantas personas. Algo está cambiando por aquí.
Si volvemos la vista atrás (sin mover la nuca o hacernos daño con el estiramiento) veremos que la vida parecía derroche, consumismo, desenfreno, champán, éxtasis, ropa nueva, joyas, coches, casas, hoteles, viajes al Caribe, mansiones cerca de la playa, viajes a la luna… Todos soñábamos con vivir en un mundo de ricos despreciando a quien teníamos al lado. Bueno, no todos, aunque es una manera de hablar.
Las Navidades se convirtieron en el `Escaparate del Lujo´ y si no llevabas pedrería, corbata, maletín, lucías un coche que jamás pagarías… no estabas a la moda. No valías, no vivías en la burbuja ni podrías estar a la altura de tus vecinos. Básicamente eras la vergüenza del país, con tu coche viejo y tus pantalones usados, por no hablar de esos zapatos que siempre llevabas a arreglar al zapatero, al zapatero!!! en el siglo XXI… A quién se le ocurría, eso sí era la máxima de lo cutre. Y es que había gente que, no contenta con llevar los zapatos a arreglar, comía gulas, Gulasssss!! que insulto al lujo.
Gracias por viajar en el tiempo, ya se acabó, te devuelvo a la normalidad. Vale, este año quizá no sea el más normal y volveremos a ver a dos locos gritando a un arriesgo de ponerse morados en el intento al anunciar que comienzan las campanadas. Quizá esto no sea normal del todo, pero seguro que algo ha cambiado.
Este año los abuelos dejarán de ser esos viejos que deseamos llevar a la residencia y pasarán a ser los reyes de la casa. Muchos de ellos, mejor dicho, sólo ellos saben el papel que están viviendo hoy. Mantienen a sus familias con pensiones de 500 euros y si llega, familias de tres, cuatro, seis u ocho personas en las que nadie encuentra trabajo. Ellos son los que repartirán la felicidad, los valores que tan olvidados habían quedado en la era del lujo y la desproporción. Devolverán las sonrisas que les fueron robadas, porque ya no servían, eran viejos ¿qué podían hacer ellos?. Y con las sonrisas volverán las historias de valor que fueron robadas a la sociedad.
Volverán los platos de sopa calientes a las mesas, ganados con el esfuerzo de las familias que permanecen unidas contra viento, marea y Navidad. Volverán los gestos sinceros, los regalos hechos desde el corazón y las miradas que guardan la calidez de historias que nunca serán contadas.
Serán las mejores Navidades que muchas personas hayan tenido en su vida, porque atrás quedaron los orgullos, el falso lujo, el glamour del maquillaje que cubre un abismo de frialdad. Y hoy muchos celebrarán rodeados de quienes les quieren y tanto les han ayudado en este viaje de la vida, con un plato de sopa, una pieza de fruta y un abrazo sincero. En el calor de un hogar que, quizá no sea el suyo, pero eso ya qué importa, cuando empieza a verse que hoy de nada sirven las apariencias, sino los actos reales.
De persona a persona. Feliz viaje a una sincera Navidad en la que las palabras no sean huecas, los valores reinen y la cordura vuelva a tu mesa.
Nuestros mejores deseos para el año que entra, y nuestro mas sentido afecto a cada uno de los que nos acompañan. ¡sed felices!
Reparte lo mejor de ti. "Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante."Agatha Christie.
Con todo nuestro afecto,
Javier Aragón — en Sierra De La Cebollera con Antonio Aragón.
Y ahora si, más que "Canción de Navidad" de Charles Dickens me gusta el cuento de "La pequeña cerillera" de Hans Christian Andersen, esa niña que encendía sola fósforos en la calle para ver con claridad lo que soñaba. La luz que más allá de la vida nos salva.
Aquí estamos un día más, parece que el mundo tiene mucho que decir y no quiere terminar. El señor del tiempo piensa lo mismo y un año más decide que nos toca vivir la Navidad.
Claro que estas Navidades no serán iguales a las de años anteriores. Serán MEJORES que cualquier otra que hayamos vivido. Y ya sé que pude parecer contradictorio, pero no, no me he caído de la cama ni me he golpeado la cabeza… aunque lo pueda parecer...
Hoy hablaré de la Navidad, porque toca. Aunque no lo haré de manera superficial ni trataré de venderos una felicitación en la que no creo, porque sea el momento de hacerlo. Me apetece charlar un rato sobre un tema sincero que toca hoy, más que nunca, a tantas personas. Algo está cambiando por aquí.
Si volvemos la vista atrás (sin mover la nuca o hacernos daño con el estiramiento) veremos que la vida parecía derroche, consumismo, desenfreno, champán, éxtasis, ropa nueva, joyas, coches, casas, hoteles, viajes al Caribe, mansiones cerca de la playa, viajes a la luna… Todos soñábamos con vivir en un mundo de ricos despreciando a quien teníamos al lado. Bueno, no todos, aunque es una manera de hablar.
Las Navidades se convirtieron en el `Escaparate del Lujo´ y si no llevabas pedrería, corbata, maletín, lucías un coche que jamás pagarías… no estabas a la moda. No valías, no vivías en la burbuja ni podrías estar a la altura de tus vecinos. Básicamente eras la vergüenza del país, con tu coche viejo y tus pantalones usados, por no hablar de esos zapatos que siempre llevabas a arreglar al zapatero, al zapatero!!! en el siglo XXI… A quién se le ocurría, eso sí era la máxima de lo cutre. Y es que había gente que, no contenta con llevar los zapatos a arreglar, comía gulas, Gulasssss!! que insulto al lujo.
Gracias por viajar en el tiempo, ya se acabó, te devuelvo a la normalidad. Vale, este año quizá no sea el más normal y volveremos a ver a dos locos gritando a un arriesgo de ponerse morados en el intento al anunciar que comienzan las campanadas. Quizá esto no sea normal del todo, pero seguro que algo ha cambiado.
Este año los abuelos dejarán de ser esos viejos que deseamos llevar a la residencia y pasarán a ser los reyes de la casa. Muchos de ellos, mejor dicho, sólo ellos saben el papel que están viviendo hoy. Mantienen a sus familias con pensiones de 500 euros y si llega, familias de tres, cuatro, seis u ocho personas en las que nadie encuentra trabajo. Ellos son los que repartirán la felicidad, los valores que tan olvidados habían quedado en la era del lujo y la desproporción. Devolverán las sonrisas que les fueron robadas, porque ya no servían, eran viejos ¿qué podían hacer ellos?. Y con las sonrisas volverán las historias de valor que fueron robadas a la sociedad.
Volverán los platos de sopa calientes a las mesas, ganados con el esfuerzo de las familias que permanecen unidas contra viento, marea y Navidad. Volverán los gestos sinceros, los regalos hechos desde el corazón y las miradas que guardan la calidez de historias que nunca serán contadas.
Serán las mejores Navidades que muchas personas hayan tenido en su vida, porque atrás quedaron los orgullos, el falso lujo, el glamour del maquillaje que cubre un abismo de frialdad. Y hoy muchos celebrarán rodeados de quienes les quieren y tanto les han ayudado en este viaje de la vida, con un plato de sopa, una pieza de fruta y un abrazo sincero. En el calor de un hogar que, quizá no sea el suyo, pero eso ya qué importa, cuando empieza a verse que hoy de nada sirven las apariencias, sino los actos reales.
De persona a persona. Feliz viaje a una sincera Navidad en la que las palabras no sean huecas, los valores reinen y la cordura vuelva a tu mesa.
Nuestros mejores deseos para el año que entra, y nuestro mas sentido afecto a cada uno de los que nos acompañan. ¡sed felices!
Reparte lo mejor de ti. "Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante."Agatha Christie.
Con todo nuestro afecto,
Javier Aragón — en Sierra De La Cebollera con Antonio Aragón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario