春(はる – Jaru) / Se vuelve a cumplir el equinoccio de primavera. Ha llegado casi de puntillas, tal vez por no querer molestar, como ese niño tímido que asoma su pequeña nariz por la rendija de la puerta donde hablan los adultos. Esta vez, ni siquiera el Corte Inglés nos ha avisado con la suficiente antelación, ¿les habrá pillado desprevenidos también a ellos?
Entre tanta algarabía de reproches y miserias, entre tanta crisis (mental), promesas incumplidas y lucha por cambiar el chip de una sociedad el poder aquí en casa (España) se tambalea, se hacen tan pequeños e insignificantes al lado de la guerra y los enfrentamientos, al lado de los terremotos (#prayforMexico) y tsunamis de muerte y destrucción, donde el mar o la tierra hace intentos vanos de tragarse las esperanzas de aquéllos que hacen de la resignación la venda del alma para seguir trabajando, para seguir intentar viviendo. De admirables pueblos y naciones que contemplan como los cerezos en flor, (Sakura en japonés), este año se van olvidando del lodo que manchaba y asfixiaba la primavera nipona entre sus pétalos.
Con todas esas cosas, los de aquí, apenas podemos sentir como la vida sigue, como las estaciones se suceden y llega esta primavera temerosa casi de ofrecernos el regalo de sus flores,el regalo de sus lluvias que tanta falta nos hacen, un regalo que, al lado de tanto dolor, consternación e inseguridad es casi, casi, una frivolidad, y me pregunto cómo sería si el alma perdiera alguna vez la capacidad de escuchar el canto de la vida y no quiero ni imaginarlo.
El término prima proviene de (primer) y vera de (verdor) curioso no, no seré el primero que lo diga pero estoy seguro de que esta primavera todo el verdor nos llevara en una nueva marea de reflexión. Me haré el propósito de reflexionar sobre ello, la vida viene a nuestro encuentro en cada hoja que renace de la rama que parecía agostada, en cada flor que se abre en colores, en cada gota de lluvia que recae sobre nuestras cabezas, en cada paso que damos; la vida, sí, la vida misma, sale a nuestro encuentro, para desafiar a la muerte, para echar un pulso a nuestros problemas, a lo que nos hunde, a lo que nos roba la esperanza, a lo que nos quita las ganas de reír, la vida sale a nuestro encuentro y se cruza en nuestro camino, anda paralela a nuestros pasos, para recordarnos que está ahí, en forma de brote, retoño y sol, en forma de luz que nos deslumbra cada día...
¡Feliz primavera a tod@s!
Entre tanta algarabía de reproches y miserias, entre tanta crisis (mental), promesas incumplidas y lucha por cambiar el chip de una sociedad el poder aquí en casa (España) se tambalea, se hacen tan pequeños e insignificantes al lado de la guerra y los enfrentamientos, al lado de los terremotos (#prayforMexico) y tsunamis de muerte y destrucción, donde el mar o la tierra hace intentos vanos de tragarse las esperanzas de aquéllos que hacen de la resignación la venda del alma para seguir trabajando, para seguir intentar viviendo. De admirables pueblos y naciones que contemplan como los cerezos en flor, (Sakura en japonés), este año se van olvidando del lodo que manchaba y asfixiaba la primavera nipona entre sus pétalos.
Con todas esas cosas, los de aquí, apenas podemos sentir como la vida sigue, como las estaciones se suceden y llega esta primavera temerosa casi de ofrecernos el regalo de sus flores,el regalo de sus lluvias que tanta falta nos hacen, un regalo que, al lado de tanto dolor, consternación e inseguridad es casi, casi, una frivolidad, y me pregunto cómo sería si el alma perdiera alguna vez la capacidad de escuchar el canto de la vida y no quiero ni imaginarlo.
El término prima proviene de (primer) y vera de (verdor) curioso no, no seré el primero que lo diga pero estoy seguro de que esta primavera todo el verdor nos llevara en una nueva marea de reflexión. Me haré el propósito de reflexionar sobre ello, la vida viene a nuestro encuentro en cada hoja que renace de la rama que parecía agostada, en cada flor que se abre en colores, en cada gota de lluvia que recae sobre nuestras cabezas, en cada paso que damos; la vida, sí, la vida misma, sale a nuestro encuentro, para desafiar a la muerte, para echar un pulso a nuestros problemas, a lo que nos hunde, a lo que nos roba la esperanza, a lo que nos quita las ganas de reír, la vida sale a nuestro encuentro y se cruza en nuestro camino, anda paralela a nuestros pasos, para recordarnos que está ahí, en forma de brote, retoño y sol, en forma de luz que nos deslumbra cada día...
¡Feliz primavera a tod@s!
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